Maquiavelo decía “En cada ciudad podemos
hallar estos deseos diferentes (…) el hombre del pueblo odia recibir órdenes y
ser oprimido por aquellos más poderosos que él. Y a los poderosos les gusta
impartir órdenes y oprimir al pueblo”.
Según Chantal Mouffe, el actual mundo
unipolar, podría ser evitado mediante un mundo multipolar, es decir, un equilibrio entre varios polos regionales,
lo propone como una solución para evitar la hegemonía de un hiperpoder único,
donde siempre este presente la “lucha agonista”.
Pero acaso, ¿no son nuestros gobiernos los que
permite estas circunstancias? ¿Realmente
en Argentina se podría implementar un poder multipolar, en donde exista la
lucha agonista como forma de democracia?
Está claro que el poder en nuestro país, no
permite esta posición de Mouffe. Nos encontramos ante un gobierno totalmente hegemónico
y que no acepta escuchar voces que no pertenezcan a la esfera oficialista.
En estas últimas elecciones como sabemos, la
competencia y la lucha por el poder, se tornaron violentas y fraudulentas y en
donde se dejo en un tercer plano a la voz del pueblo. Ante el pedido de la
oposición por parte del partido Acuerdo por el Bicentenario, se quieren anular
las elecciones ante el supuesto fraude y quemas de urnas que sufrió la provincia
de Tucumán. Por su parte, el oficialismo no piensa dar marcha atrás, por lo que
tildó a este acto de intento de Golpe de Estado Judicial. Ahora queda en las
manos de la Corte Suprema de Justicia. Y es en este ejemplo, donde podemos ver
claramente la hegemonización del poder.
La relación amigo/enemigo es un elemento
crucial en Argentina, y no sólo entre políticos, sino también entre comunicadores
sociales, agentes de prensa y hasta la misma sociedad. Nos encontramos
polarizados por ideales políticos. Hoy más que nunca, la violencia es un cuadro
que se pinta todos los días con sangre, no sólo física, sino también de aquellas
voces que no son escuchadas.
Como exponía Hannah Arendt, “los prejuicios
admiten a algunos humanos y excluye a otros. El pensamiento político se basa
esencialmente en la capacidad de juzgar”. Juzgar a los otros candidatos, juzgar
las distintas ideologías, juzgar a una sociedad por querer protestar contra el
sistema electoral. Es correcto aclarar que la propia sociedad también juzga a
los partidos, desde la oposición se escuchan voces que llenan de estereotipos a
los candidatos del Frente para La Victoria, (por ejemplo el prefijo que se le
impone a la gente que cobra un plan diciéndole planero que apoyan al
gobierno por un beneficio extra) y desde el oficialismo (gorilas, violentos, etc.). Vivimos en un constante círculo vicioso,
en donde se juzga a quien piensa diferente.
En fin, volviendo a lo que decía Chantal
Mouffe en un principio ¿Se puede construir un estado multipolar en un país
polarizado por cuestiones políticas, en donde ni nuestros propios
representantes pueden llegar a un común acuerdo para mantener un sistema
electoral sin irregularidades? Aclara en su libro “En torno a lo Político” que
la frontera entre lo social y lo político es esencialmente inestable, y
requiere desplazamientos y renegociaciones constantes entre los actores
sociales. Pero si no existe entre los representantes un dialogo para llegar a
estas renegociaciones ¿hacía donde nos dirigimos?