Sus ojos hacían sentir en su cuerpo una sensación de
placer insuficiente, pues ella no lo amaba como antes, sólo esperaba que el
fuego que alguna vez existió culminara- como se apagaba la vida en un instante
efímero, insensato, escalofriante dolor que el alma no quiere sentir.
Su voz quebrantada por un llanto interno no dejaba ver la
única escapatoria a tanto mal.
¿Por qué no lo dices querida niña?
Que sin él los días son sólo tristes cuadros, como si
Picasso no sintiera pasión al tocar sus pinceles de finos trazos que ha tantas
mujeres hacia suspirar-
¿A caso se te fue el amor? ¿A caso la vida te enseño a que hasta los ángeles más bellos sienten
dolor?
¿Por qué nos da miedo sentir dolor?
No lo sueltes, no lo ates, sólo déjalo vivir.
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